15 julio 2010

LA ÚLTIMA PARODIA DE OTRO DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN




por graciela vera

periodista independiente



Para el ecuador del mes de julio, cuando buena parte de los españoles estaba de vacaciones y la otra se mantenía en la dormivela de la resaca post celebración de la obtención de la Copa del Mundo por la selección nacional, el Gobierno español tenía pre fijado el quinto Debate del Estado de la Nación.


Dos jornadas dónde el encuentro -o desencuentro- parlamentario dió para muchos titulares, pero no encontró soluciones a la grave situación en que se hallan los cuatro millones de parados muchos de los cuales ya no cobra ninguna prestación, ni los más de ocho millones seicientos mil pensionistas que verán reducido su poder -si es que lo han tenido- económico.


Un debate que como es común duró dos días y en el que no se dijo nada que no fuera ya sabido. Las mismas acusaciones y los mismos agravios.


En esta oportunidad, entre los políticos no han existido diferencias sustanciales (salvo situaciones extraeconómicas como la del Estatuto de Cataluña y el reclamo independentista del País Vasco), entre quienes encaraban sin miramientos la gestión del Gobierno, con críticas que llegaban en riadas tanto desde la derecha como desde la izquierda, provocando en filas socialistas un nerviosismo que fue imposible disimular.


Todos los grupos parlamentarios con excepción del Partido Socialista han reclamado un cambio radical en la economía española.


Si en otras instancias similares Rodríguez Zapatero había logrado resistir la acometida de la oposición, hoy la debacle ha sido imposible de camuflar.


La sospecha de que el Gobierno no sabe lo que debe hacer y continúa dando tumbos arrastrando el país hacia un profundo abismo, se ha convertido en una certeza sobre algo que parece imposible revertir.


Convoque elecciones, usted no está en condiciones de gobernar” le espetó el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, a un Zapatero sin credibilidad y al que el cataclismo que se le venía encima logró desestabilizar, aunque tratara de disimular sentimientos que en su rostro se representaban entre la ira y el desencanto y en sus respuestas apurara los últimos cartuchos tratando de justificarse reconociendo la situación: Sé perfectamente que he perdido confianza en estos dos años; pero... ¡ni que usted estuviera para echar cohetes en las encuestas!”


Buscando, sin éxito, cosechar simpatías entre los catalanes, Zapatero trató de ganarle al tiempo extendiéndose interminablemente sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña, incluso llegando a considerar la necesidad de un cambio en la Constitución para hacer factible la constitucionalidad del mismo. La realidad es que se enfrentaba a su mayor opositor que llegaba con un pie rozando la mayoría absoluta según las últimas encuestas y viendo como todos los que en algún momento le trataron con algo de benevolencia, en esta ocasión no escatimaron reproches ni dudaran en ponerse en la acera de enfrente.


Su tan habitual trabajo de distracción se daba de bruces contra un paro que supera en 21 puntos al de la media de la eurozona; una deuda record de la banca española con el Banco Central Europeo que llega a los 126.300 millones de euros, 78,6 por ciento más que el año pasado.


Así las cosas, por más que pareciera un aspirante al Record Guinness de hablar sin decir nada, delante suyo Rodríguez Zapatero tuvo permanentemente la sombra del vaticinio del Consenso Económico de PricewaterhouseCoopers*1 que pronostica una caída de la economía española en este año del 0,7 por ciento, más del doble de lo previsto por el Gobierno y una disminución del crecimiento que va del 1,3 por ciento esperado por éste para el 2011, a apenas el 0,02 por ciento.


Y mientras estos “problemas menores” sobrevolaban el hemiciclo, el Presidente rechazaba la propuesta de convocar elecciones anticipadas que se le hicieran por dos veces y, sin considerar siquiera la supresión de alguno de los, hasta ahora incomprendidos Ministerios de su Ejecutivo, ni de ahorrar un euro en hacer desaparecer altos cargos que los ocupan, no dudó en provocar el sudor de los españoles al anunciar que deberían hacer más sacrificios afirmando estar dispuesto a tomar las decisiones que España necesita “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”.


Con este empecinamiento pensionistas, empleados públicos y parados siguen sin poder escapar del campo de tiro del gobierno ZP, mientras terminado el Debate del Estado de la Nación, como si se tratara de una justa deportiva se busca un ganador sin dar mérito al perdedor: todo el pueblo español.


Se entienden las palabras de Rajoy afirmando en un ocurrentel juego de palabras que El señor Rodríguez Zapatero condena la conducta del señor Rodríguez Zapatero y se dispone generosamente a salvarnos del señor Rodríguez Zapatero”.



*1 – Expertos en economía, mayor firma de servicios profesionales en el mundo


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